Ilusiones navideñas
Los escaparates de Viena Capellanes han sido siempre un festival de emociones y sensaciones. La mezcla de lo dulce y lo salado hace que sean irresistibles hasta para los menos golosos. Lo mismo ocurre con sus vitrinas en el interior. Sándwiches, chapatas, tartas, dulces y bollería nos invitan a detenernos y deleitarnos con su colorido y sus texturas y a someternos a la “tortura” de la selección si queremos ser comedidos y elegir una entre docenas de posibilidades de satisfacción.
La foto con la que ilustramos estas palabras lo dice todo. Rosquillas, batatas, milhojas, merengues o frutas escarchadas se distribuyen ordenadamente en el escaparate y apenas si permiten vislumbrar el interior del local de Marqués de Urquijo 17, desde el que se asoman dos empleados con cara sonriente (concretamente uno es Ángel Gallego y el chico en el centro de la imagen es Vicente Ramón, quien con los años sería encargado de la tienda y que se jubiló, después de una larga vida laboral en la empresa, hace unos 10 años). Estamos en los años cincuenta, es navidad y la gente está contenta, los empleados de Viena Capellanes disfrutan porque esas fechas son de muy buenas ventas. Arriba en el centro, un cartel invita a entrar para ver la exposición de cestas navideñas, que son un clásico de las navidades madrileñas.
Viendo tantos productos y tanta alegría no podemos dejar de pensar en lo que nos hace felices y a veces depende de algo aparentemente tan nimio como un mazapán, un guirlache o un trocito de turrón. Es cierto que las navidades se relacionan siempre con grandes comilonas y celebraciones, pero proponemos desde aquí pensar estas fiestas de forma más minimalista y queremos simbolizarlo con la estrella de estos productos: la almendra. Son muchos los dulces navideños que tienen su origen en tierras árabes y que se fabrican con la almendra como base. Con un pequeño fruto como ese, cuántas recetas se han inventado, y cuántos productos se han fabricado, pues, en realidad, por su delicadeza es también ingrediente fundamental incluso en productos cosméticos.
Cada vez que tomamos un mazapán, un guirlache o un trozo de turrón en cualquiera de las variedades modernas que hoy se consumen, estamos degustando cientos de años de historia, y de debate en torno a si el origen del dulce es árabe, toledano, andaluz, murciano o aragonés, y tomando contacto con algún producto de la naturaleza que lo hace posible.
Una polémica a la que parecen ajenos los dos empleados retratados, porque en sus rostros encontramos también esa ilusión a la que parecen invitar las creaciones de la repostería. Ilusión por la llegada de fechas de celebración, por afrontar el nuevo año soñando despiertos, frente a un escaparate lleno de maravillas.
¡Feliz Navidad!
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