VIENA Y EL GIN TONIC

Todos conocemos la anécdota de que el Gin Tonic fue un invento británico que perseguía animar a los colonos ingleses que vivían en la India y África a que tomaran quinina para evitar la malaria. Menos célebre es que los franceses hicieron lo mismo a mediados del siglo XIX. El gobierno luso convocó un concurso para premiar aquel invento que lograra que los soldados de la legión extranjera en el norte de África consumieran suficiente quinina. Fue un químico, Joseph Dubonnet, quien en 1846 inventó un vino aromatizado con hierbas que camuflaba el amargo sabor de la quinina presente en el agua tónica.

 

Tuvo éxito y hoy en día sigue siendo un aperitivo bastante solicitado en Francia. En España se hizo una campaña en los años 60 del siglo pasado para introducirlo entre los hábitos de consumo. En dos sucursales de Viena Capellanes, la de Marqués de Urquijo y la de Génova 4, se hacían degustaciones gratuitas invitando a su elegante clientela a probarlo. Según se decía en la publicidad que aparece en los periódicos de la época, podía tomarse sólo o en vaso largo acompañado de agua seltz o tónica. Otras recetas añaden rodajas de naranja amarga o de limón. También hay cócteles como el “Vendome” o el “Viejo amigo” que lleva ginebra, dubonnet y grand marnier a partes iguales. Con un poco de hielo podría ser la bebida de este verano.

 

Si os animáis a buscarlo en las tiendas o en los bares fijaros en que en la etiqueta aparezca un gato. Es el gato de la señora Dubonnet, que inspiró al famoso cartelista parisino Jules Chére.