Viejos amigos, pan de Viena y tertulias de café

El sábado pasado (29-09-12), en la revista Babelia, publicaba El País, un maravilloso artículo (como todos) de Manuel Vicent sobre Corpus Barga. (1)

 

En él recordaba la figura de este intelectual que murió en 1975 en Lima, después de haber vivido durante más de treinta años en París. Corpus Barga conoció a mucha gente: a Malraux, a Colette, a Maiakovski, a Kerenski… Y sobre todos escribió en diversos periódicos de todo el mundo.

 

También frecuentó tertulias parisinas como la de Picasso, Modigliani y Cocteau en La Rotonde. Pero, antes de irse de Madrid, conoció a unos tipos muy extraños, a los que no me resisto a describir como lo hace Vicent en el artículo (no sé si parafraseando a Corpus Barga o si por su propia inspiración):

 

“Un señor de larga barba y quevedos, uno que lloraba solo por un ojo y otro que era cojo y con el pelo cortado al cepillo”

 

¿Sabéis quienes son?

 

Efectivamente, se trata de Valle-Inclán y de Ricardo y Pío Baroja. Pero lo que más llama la atención del artículo es que comenta que los conoció a todos en una vieja tahona que regentaban entonces los hermanos Baroja, que no era otra que la de Viena Capellanes de la calle Misericordia, a la que acudía cada tarde a comprar el pan de Viena.

 

Desde entonces los unió la amistad, que se basó en lo literario y que se mantuvo muchos años. Todavía cuando Corpus Barga ya vivía en París, viajaba con frecuencia a España para encontrarse con sus viejos amigos. Con ellos salía en sus correrías nocturnas y con ellos compartió tertulias. Unas tertulias que, a partir de 1928, se organizaban en el Café Viena y a las que acudió también Pablo Neruda mientras fue vecino de la Casa de las Flores.

 

Me encanta imaginar el Café Viena lleno de tertulianos de esa talla, y a Pío Baroja entre facturas en el despacho de la panadería, pensando en su nuevo libro o recibiendo a gente de la talla de Corpus Barga o de Valle-Inclán. Cada vez que paso el umbral del Café pienso en estas y en otras cosas; en la de historias que ha vivido el local; en la de gente anónima o famosa que ha pasado por sus mesas; y me siento reconfortada al saber que todavía hay lugares en Madrid que son un poquito de todos.

 

(1)    http://cultura.elpais.com/cultura/2012/09/26/actualidad/1348653753_735343.html

 

La foto que ilustra esta anécdota corresponde a la una tertulia parisina en el Café La Rotonde. En el centro de la imagen aparecen Valle-Inclán y a su lado, con bigote, Corpus Barga.